lunes, 18 de octubre de 2021

La inanición del Estado para enfrentar la desnutrición


INTRODUCCIÓN

El colectivo humano que integra los estados, dependiendo del contexto, experimentan múltiples problemas y privaciones, sin embargo, no hay institucionalidad capaz de atender de manera particularizada las demandas y necesidades del pueblo. Además, los recursos siempre son escasos para poder intervenir de forma subsidiaria desde lo público; es por ello que debe hacerse un esfuerzo de intermediación de los partidos políticos para que aquellos que logran convertirse en clase política hagan una priorización y determinen las situaciones socialmente problemáticas que serán atendidas desde la esfera pública. Este ejercicio puede llevar a la determinación de una política pública que destina recursos y define formas de intervención, o en mejor de los casos a la cristalización de acuerdos políticos priorizados que dan vida a la ley. En el caso de la desnutrición en sus grados y el hambre, por su amplio espectro de incidencia, cuentan con ley, política, pactos, estudios, publicaciones y mucho papel que demuestran que en el país muchos viven la crisis humanitaria del hambre.

Palabras clave

Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, hambruna, desnutrición, Pacto Hambre 0

Antecedentes de la problemática social que define nuestro principal rasgo de subdesarrollo

La pirámide de la sociedad guatemalteca ha sido históricamente determinada por la desigualdad social, lo cual hace que seamos un país en el que se concentra la riqueza y las brechas sociales sean profundamente lacerantes, otorgando a unos pocos el acceso al desarrollo y condenando a la mayoría de la población al subdesarrollo. El coeficiente de Gini es la medida estadística que mide la desigualdad en el acceso a los ingresos; medida que va de 0 a 1, cuanto más cerca de uno se ubique la medida, la desigualdad será más profunda; para el caso de Guatemala, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo estableció, con base en la corrección de las cuentas nacionales para el año 2017, que el indicador era de “0.63 uno de los índices más altos del mundo”, lo cual ratifica los altísimos niveles de pobreza presentados en el informe sobre el Índice de Pobreza Multidimensional (2018) en el cual se consigna señala que “los resultados revelan que en Guatemala 61.6 por ciento de las personas (I.C.95% 58.6-64.7) viven en pobreza multidimensional, es decir, seis de cada 10 guatemaltecos enfrentan privaciones en el 30 por ciento o más de los indicadores ponderados” (IPNUSAC, 2021).

El IPM utiliza para su estimación cinco dimensiones de las cuales la Salud y la Seguridad Alimentaria y Nutricional es la primera y según las tasas de privación no censuradas, el 40% de la población esta privada de la seguridad alimentaria y nutricional, estimación hecha con base en la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria, cuyo insumo estadístico es la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI). Con base en los resultados del 2011 se concluye “que los hogares más vulnerables a la Inseguridad alimentaria se caracterizan por ser hogares con niños, que viven en condiciones de hacinamiento, en área rural, pobres, con poco acceso a servicios y condiciones de vivienda precarias”, una situación histórica que ha prevalecido a lo largo de las dos décadas que llevamos del nuevo milenio.

Aun cuando el fenómeno de la desnutrición parece haber acompañado a amplios sectores sociales durante el siglo pasado, fue hasta el gobierno del presidente Alfonso Portillo que se hizo visible la altísima incidencia, principalmente de la hambruna y la desnutrición crónica, lo cual requirió que se determinara una intervención excepcional para mitigar el impacto en la población de una enfermedad que se roba el futuro de quienes la padecen.

El 3 de septiembre del año 2001, Portillo decretó el estado de calamidad por hambre debido al deterioro de los medios de vida que desde el paso del huracán Mitch, en noviembre de 1998, agudizó la problemática de acceso a alimentos debido a la destrucción de los medios de vida y la capacidad productiva del agro de infra y subsistencia en el país.

Para ese momento los titulares de los medios reportaban hambruna en Camotán y Jocotán en donde se registraron muertes por hambre y desnutrición, el reflector de opinión pública se posicionó en un territorio que además enfrenta no solo el yugo de la inequitativa distribución de la riqueza, sino además azota con mayor fuerza los fenómenos naturales producto del cambio climático (IPNUSAC, 2021).

Las sequias prolongadas que durante los primeros años del siglo XXI fueron causadas por el fenómeno del niño, agudizaron la crisis de acceso a alimentos, por escases y por ausencia de ingresos necesarios para adquirirlos mediante mecanismos de mercado.

Cabe aquí una puntualización respecto de que en Guatemala se confirma la teoría del premio nobel de economía Amartya Sen, quien en 1981 publicó su obra “hambruna y pobreza” en el cual formula su teoría de la titularidad; esta “se refiere a la capacidad que tiene cada persona de conseguir sus alimentos a través de los medios legales disponibles en una sociedad; esto incluye la producción de dichos alimentos, el comercio, el trabajo, los beneficios estatales, o cualquier forma contemplada y posible para acceder a ellos” en un contexto productor de alimentos, es una paradoja que exista el hambre, la desnutrición, la anemia y la obesidad (IPNUSAC, 2021).

Pero tuvo que cubrirse como noticia, para que este problema social, se convirtiera en una situación socialmente problemática y del titular, se pasara a la indignación colectiva que rechaza esta condición que nos roba la dignidad como país, uno de cada dos niños en Guatemala padece de algún grado de desnutrición.

La exclusión de amplios contingentes sociales del mercado de alimentos, por no contar con el ingreso suficiente para procurarse la ingesta mínima de nutrientes, lleva a heredar la condición que pasa de madres desnutridas a hijos desnutridos que reproducen su condición en la espiral de pobreza.

La institucionalidad para atender la desnutrición

El pacto social fundante de nuestro régimen constitucional democrático de derecho contempla el derecho a la alimentación en su artículo 99 el cual establece “el Estado velará porque la alimentación y nutrición de la población reúna los requisitos mínimos de salud.

Las instituciones especializadas del Estado deberán coordinar sus acciones entre sí o con organismos internacionales dedicados a la salud, para lograr un sistema alimentario nacional efectivo”, reconociendo que desde el año de 1985 ya había una institucionalidad pública encargada de atender esta problemática, sin embargo, la desarticulación, superposición y duplicación de esfuerzos para enfrentar los efectos del hambre y la desnutrición, reducen el alcance y la efectividad de las políticas públicas dirigidas a intervenir en los territorios con mayor incidencia (Botran, 2003).

A pesar de haber creado “una ley, un reglamento, una política, un plan estratégico, un plan priorizado de Gobierno, un presupuesto interministerial, unos planes operativos anuales costeados, unas instancias de participación y consulta popular, una prioridad política al máximo nivel” durante los gobiernos del nuevo siglo, la incidencia de la desnutrición sigue siendo alarmante, la reducción de los porcentajes observados sigue reflejando una tasa de uno de cada dos niños del país con algún grado de desnutrición.

Desde el estallido de popularidad mediático que evidenció la envergadura del problema del hambre y la desnutrición en el país, se han ensayado programas, creado instituciones y ejecutados recursos financieros que siguen teniendo una efectividad limitada. Durante el gobierno de Alfonso Portillo (2000-2003) se formuló una nueva Política de Seguridad Alimentaria y Nutricional -la primera venía de 1997- y se elaboró una primera propuesta de Ley SAN, que finalmente no fue aprobada por el Congreso. Se creó el Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (CONSAN), que dependía directamente de Presidencia y que fue un primer intento de elevar el perfil público y político del tema, pero se disolvió pronto (Botran, 2003).

Asimismo, se creó el VISAN dentro del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA, marzo 2003) y se le dotó de fondos operativos. Durante el gobierno de Óscar Berger (2004-2008) se dio un notable impulso a la construcción del andamiaje institucional, a través de un proceso de negociación que involucró al Gobierno, sector privado y organizaciones campesinas e indígenas.

Esto dio como resultado la Política de Seguridad Alimentaria y Nutricional (POLSAN) y la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Ley SAN, Decreto 32-2005, 2 de mayo 2005), que siguen vigentes y son la base de todos los avances posteriores. La figura del Comisionado Presidencial contra el Hambre, Andrés Botrán, fue clave en este periodo. Lo que caracteriza a este Gobierno es la construcción de la armazón legal y política contra el hambre, aunque no tanto el nivel de ejecución en el terreno, que fue poco significativo. También se elaboró el Programa para la Reducción de la Desnutrición Crónica —un plan estratégico—, documento consensuado y construido desde los departamentos y presentado al final del mandato de Berger.

En resumen, el problema no solo se enfrenta con burocracia que al parecer abunda en diversos ministerios que ejecutan año con año recursos valiosos que principalmente se usan para gastos de funcionamiento y que reducen significativamente la proporción de estos para mitigar la angustia de sentir físicamente como se escapa la vida, por no poder, ni siquiera, satisfacer el mínimo de nutrientes que el cuerpo necesita para continuar subsistiendo.

Cuando se quiere se puede y la crisis sanitaria por la llegada a Guatemala de la pandemia de COVID-19 demostró que hay acuerdos que pueden inclusive invocar las excepciones de financiamiento del Estado ante catástrofes o desastres públicos; el paquete de 11 millardos de financiamiento público aprobados por el Congreso en el año 2020, utilizando el segundo párrafo del artículo 133 constitucional, dejó en evidencia que cuando todos de forma igualitaria enfrentamos una amenaza común como lo es un microscópico virus, no escatimamos en gastos y voluntades por lograr acuerdos para enfrentarla.

Si tomamos el número de infectados, fallecidos e inmunizados ante la enfermedad de la COVID-19 y cuánto se ha gastado en un año de pandemia y comparamos con los recursos destinados a enfrentar los resabios de la desnutrición en varias generaciones de guatemaltecos, entendemos que el costo de oportunidad pone por encima de la población con hambre, seres humanos pobres que habitan el área rural y necesitan la acción subsidiaria del Estado para adquirir alimentos, a los habitantes de centros urbanos con mayor riesgo de contagio del virus SARSCoV-II, quienes están conectados a la red eléctrica formal y pueden hacer uso de plataformas virtuales para inscribirse en los beneficios que otorgan los programas creados para mitigar el impacto económico de la pandemia (IPNUSAC, 2021).

Derecho a la SAN Decreto 32-2005

El derecho de toda persona a tener acceso físico, económico y social, oportuna y permanentemente, a una alimentación adecuada en cantidad y calidad, con pertinencial cultural, preferiblemente de origen nacional, así como a su adecuado aprovechamiento biológico, para mantener una vida saludable y activa” (Botran, 2003).

 

La desnutrición como contenido de campaña

Los políticos y de ellos los más demagogos, acostumbran a utilizar problemáticas ampliamente sentidas para dotar de contenido vacío a sus campañas, tal el caso del ofrecimiento de Roxana Baldetti en 2012, durante el lanzamiento del Pacto Hambre 0 en San Juan Atitán, Huehuetenango, el municipio con el mayor índice de desnutrición en niños menores de 5 años a nivel nacional, con un 91.4 % de prevalencia. Baldetti ofrecía en esa ocasión una reducción de 10 puntos porcentuales respecto de la incidencia de la desnutrición en aquella fecha, la cual ascendía a 49.8 % de los niños del país, meta planteada para los cuatro años de gobierno (Botran, 2003).

El experto que aquel gobierno nombró para dirigir la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional reconoció públicamente que “ningún país en el mundo ha reducido (la desnutrición) un 10 % en cuatro años, y el reto es enorme para los guatemaltecos; para hacer una clarificación, lograr reducir un punto porcentual es una gran hazaña y es vista por especialistas como un gran logro”. Levantar metas aspiracionales y ofrecer soluciones mágicas a problemas estructurales, solamente refleja la intención de instrumentalizar la problemática con fines clientelares y una cuantiosa erogación de recursos públicos en burocracia y bolsones presupuestales con riesgo a la corrupción (Botran, 2003).

 

CONCLUSIÓN

Guatemala tiene una de las tasas de desnutrición crónica más altas del mundo y la más alta de América Latina y el Caribe. Se estima que el 49,8% de los niños guatemaltecos entre 3 y 59 meses de edad sufren desnutrición crónica. La tasa es aún mayor entre los niños indígenas, particularmente en las áreas de montaña. Estas altas tasas de malnutrición a nivel municipal están relacionadas con la pobreza y la desigualdad de género, especialmente porque las mujeres tienen pocas oportunidades para actividades productivas fuera del hogar (SDGF, 2017).

Existen desafíos que suponen un deber ético y moral, que demandan salir de cualquier forma de acomodamiento y que justifican la puesta en marcha de todos los esfuerzos posibles para sobreponerlos. Erradicar el hambre y la desnutrición es uno de ellos. Además, garantizar la seguridad alimentaria y nutricional (SAN) de los guatemaltecos no solamente representa un imperativo moral: también trae beneficios sociales y económicos para el país. En este sentido, es optimista notar que en Guatemala ha existido, en los últimos años, una voluntad sostenida por parte del sector público por atender esta problemática. A esta decisión se ha sumado el apoyo de la cooperación internacional, del sector privado y de la sociedad civil, sectores que participan en distintas iniciativas dirigidas a reducir la desnutrición crónica, en particular en el marco de las acciones que integran la denominada Ventana de los Mil Días y programas orientados a la agricultura familiar. Soy consciente que no hemos descubierto nada nuevo.

BIBLIOGRAFÍA

Botran, J. A. (Febrero de 2003). Regional Consultation on the Work of the Commission on Social Determinants of Health. Obtenido de Guatemala: La Seguridad Alimentaria y Nutricional como prioridad del Estado: https://www.who.int/social_determinants/country_action/JABotran_Guatemala.pdf

Brun, M. (Noviembre de 2015). Inseguridad alimentaria y nutricional: un desafío importante para el mundo árabe. Obtenido de TENDENCIAS ECONOMICAS: https://www.iemed.org/wp-content/uploads/2021/07/Inseguridad-alimentaria-y-nutricional.pdf

IPNUSAC. (Marzo de 2021). Revista Análisis de la Realidad Nacional . Obtenido de Instituto de Problemas Nacionales Universidad de San Carlos de Guatemala.: http://ipn.usac.edu.gt/wp-content/uploads/2021/04/Revista-an%C3%A1lisis-de-la-realidad-nacional-No-34-HIGH.pdf

SDGF. (Marzo de 2017). Fondo para los objetos de desarrollo sostenible. Obtenido de GUATEMALA: SEGURIDAD ALIMENTARIA Y NUTRICIÓN EN EL DEPARTAMENTO DE SAN MARCOS: https://www.sdgfund.org/sites/default/files/case_study_-_guatemala_-_es_v4.rvgd_.pdf

domingo, 17 de octubre de 2021

Inseguridad alimentaria: Una visión desde la Economía Política

Inseguridad alimentaria:

Una visión desde la Economía Política

 INTRODUCCIÓN

El presente post pretende efectuar una sistematización de economía política a una temática de notable actualidad e impacto en la realidad social de Guatemala, tal y como lo son la pobreza, el hambre y en general la inseguridad alimentaria. Partiendo del análisis del Nuevo Modelo Económico, caracterizado por la globalización y las políticas de ajuste estructural, nos adentramos en un examen de actualidad de las políticas en contra de la desnutrición en el mundo pandémico y luego se remonta hacia análisis clásicos de la cuestión agraria, los campesinos, el mundo rural y la agroindustrialización, caracterizada hoy por los denominados flex crops y la economía de la exportación. Se persigue una mirada integral que se enfoque en los modelos productivos y que ponga atención en nuevos temas como el de la visión heterodoxa de la salud, caracterizada por la prevención.

Palabras clave

Economía campesina, agribusiness, política económica, nuevo modelo económico, subsunción formal del trabajo al capital, acopio agrícola y exportación oligopólica.

La actualidad y los medios

A partir de la pandemia se observó el cúmulo de iniciativas vinculadas al tema alimentario, y con la tormenta ETA y IOTA hasta se divisó el folklorismo repartidor de alimentos de alcaldes como el de San Pedro Carchá, un cacique de raigambre campesina, convertido en nuevo rico por circunstancias que bien invitan a efectuar análisis sociológicos y/o antropológicos de la zona.

El alcalde citado, como la mayoría, se quejan de los exiguos ingresos provenientes de las aportaciones gubernamentales, las que, en su conjunto, y vistas en retrospectiva y a futuro, representan millonadas cuya fragmentación vuelve difusa aquella máxima “el todo es más que la suma de las partes” (IPNUSAC, 2021).

Pero también resaltan las noticias del sector privado sobre nutrición y malnutrición. La primera interesante de comentar es que ya estamos exportando a Dubai y Arabia Saudita. En efecto se trata de la empresa YA ESTÁ que es todo un éxito de las exportaciones no tradicionales. Según nota de Isela Espinoza (elPeriódico, 24 de febrero de 2021) al menos 50 productos han conquistado paladares en Estados Unidos, se trata de boquitas, dips, empanizadores, alimentos congelados, conservas y food service, tacos congelados, y muchos nachos, incluyendo Corn chips con el nombre Guenos.

También hay derivados del maíz blanco, del negro, Tortitiras y líneas de picante. Ahora Mucho Nacho ya está en Arabia Saudita y Dubai, y se está preparando un contenedor para Yemen. En tales países los sabores intensos son bienvenidos y entonces la comida se prepara con barbacoa, cremas, cebolla y demás. Por su parte la gran empresa de alimentos del Grupo Castillo hermanos, los fabricantes de la

cerveza, de nombre Central de Alimentos, S.A. camina viento en popa, con acuerdos interinstitucionales, como el firmado con aldeas infantiles SOS (Artiga, 25 de febrero de 2021). El convenio busca apoyar las necesidades de educación y salud del proyecto indicado, contribuyendo con capacitaciones para el acceso a una educación saludable (IPNUSAC, 2021).

La pregunta del millón es ¿qué es una educación saludable para el guatemalteco?: en una intervención en la que participó este escribiente en los alrededores de la aldea Chiquirines en el suroccidente, en pleno emporio de las plantaciones bananeras, expertos de la Universidad de Denver, quienes trabajaron a iniciativa de un grupo sugerido por el Doctor Edwin Asturias, académico de dicho centro y quien en fecha reciente encabezó la Coprecovid, se resaltó la pésima alimentación de la niñez y el estado depresivo de madres de menores, quienes al transitar por la vida día por día, con ingresos estacionales y poco dignos, alimentaban a niños famélicos, panzones por la desnutrición, con tortrix y colas, mientras que las capacitaciones de la cacareada responsabilidad social empresarial enfatizaban en proteínas, vegetales, lavado de manos e hidratación, en territorios en donde se carece de todo.

Las colas, el humo de las viviendas, la pésima agua para beber, las aves de corral y los pequeños cerdos alrededor de la vivienda, son todos ellos de junto factores que bien ameritan investigaciones de corte micro social que nos ilustren en cuanto al factor multicausal de la desnutrición. Otra nota de relevancia es la estrecha asociación entre USAID, la gremial de exportadores y empresas líderes como Popoyán, que junto al cooperativismo guatemalteco, que opera en el altiplano y las verapaces, se han vinculado a la producción de la agricultura de boutique, hoy cotizada en los mercados internacionales, como el neoyorkino, en donde crece la sensibilidad por abandonar la comida chatarra de las frituras y del aceite de palma, que junto al azúcar son ingredientes detonantes del síndrome metabólico (IPNUSAC, 2021).

Según noticia de Isela Espinoza (el Periódico 25 de febrero de 2021) USAID dona a Popoyán una millonaria cantidad de Quetzales para inaugurar el denominado “Centro de Agricultura Moderna para la Prosperidad y Oportunidades” (CAMPO) en el municipio de Chiantla, buscando cubrir a 36,000 productores. En la nota, se informa que Francisco Viteri gerente general de Popoyán explicó que aún queda año y medio para seguir expandiendo el proyecto con el compromiso que sea autosostenible para las comunidades.

CAMPO Chiantla es parte del Proyecto Soluciones Innovadoras para Cadenas de Valor Agrícola en Guatemala de USAID, bajo la iniciativa mundial del Gobierno de los Estados Unidos en contra del hambre y la inseguridad alimentaria (Feed the Future). El proyecto está ubicado en la aldea El Carpintero y se trabaja con café, tomate, chile, pepino, cebolla y productos para exportación como el ejote, arveja, brócoli y aguacate.

Bien vale la pena estudiar desde la economía política este tipo de proyectos, a la luz también del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, pues mientras que USAID impulsa cadenas de valor, el USDA (United States Department of Agriculture) es una agencia que se ocupa de impulsar las importaciones de bienes agrícolas subsidiados desde los Estados Unidos; y a la vez impulsar políticas fuertes de desgravación arancelaria, incluyendo los granos básicos, el trigo y el maíz. Vale recordar los valles dorados de Quetzaltenango previo a la entrada de los famosos proyectos PL-480 del gobierno de los Estados Unidos que, como bien lo hace ver Susana Gauster en las citas presentadas en este estudio, se trata de programas del USDA para acrecentar la oferta agrícola en Guatemala, utilizando las economías de escala que ofrecen los grandes mercados de los farmers norteamericanos.

En estos asuntos de la cadena de valor resalta el tema de la cuestión agraria, estudiado pioneramente por Karl Kaustky y luego otros teóricos de la economía política. En términos positivos los propios programas de USAID buscan la celebración de los denominados “contratos no predatorios”, en virtud de que el interés de firmas como Popoyán, y últimamente los grandes caciques cooperativistas, capitalizados gracias a su poder en Banrural y diversos entes decisorios del gabinete económico, persiguen experiencias ya bien estudiadas desde los tiempos de Kaustky y sus sistematizaciones de campo en Vevey Suiza con la Nestlé: se busca reagrupar y capacitar a “trabajadores en su propia parcela”, trabajando todos para el acopio del capital comercial y el financiero, en donde la renta de la tierra tan estudiada por autores clásicos como David Ricardo y los teóricos posteriores de la economía política contribuyen a acuñar el término de la subsunción formal del trabajo al capital. Al final, lo que persigue este proceso es atraer productores que, de no ser adecuadamente protegidos, son parte de la depredación del acopio y de la agroexportación (IPNUSAC, 2021).

En la cuestión agraria y de la renta de la tierra, bien nos dicen los clásicos que poco a poco la multiplicación de las familias y el progreso de la agricultura hicieron sentir el precio de la tierra. El trabajo vino a dar su valor al suelo, de aquí nació la renta (…) Hacía falta nada menos que esta magia de la propiedad para arrancar al colono el excedente del producto, que tiene que mirar forzosamente como suyo, y cuyo autor exclusivo se cree.

Nos interesa en la cuestión agraria y la seguridad alimentaria, la situación del campesino víctima de la desregulación y reforma estructural asociada al desmantelamiento del viejo modelo económico de crecimiento hacia adentro, y la búsqueda del modelo exportador, incluyendo la profundización de la agricultura comercial, con innumerables consecuencias en la renta de la tierra, la expropiación y concentración de la misma.

Nos interesa también observar la evolución de los flex crops, o agribusiness y por supuesto, los acuerdos bilaterales de libre comercio frente a las loables prédicas de la poesía pública de la Ronda de Doha. Recordemos, además, como lo subraya Laura Hurtado, que la válvula de escape de la colonización de tierras no existe más, y hasta los caciques cooperativistas más hábiles y relacionados, siguen muy bien el modelo de los encadenamientos, bajo formas más que injustas buscadas por la llamada “propiedad horizontal de la riqueza”, que alguna vez predicaron.

Hoy las propias cooperativas tienen su cúspide comercializadora, bajo modelos de sociedad anónima al más claro estilo de las empresas privadas acopiadoras que acaparan los premios de exportador del año en la Gremial exportadora muy conocida por estos lares.

Inseguridad alimentaria.

La definición adoptada indica que existe seguridad alimentaria. En algunos lugares del mundo se utiliza el término Seguridad Alimentaria y Nutricional. La definición global contempla el componente nutricional, pero algunas instituciones prefieren enfatizarla a través de incorporar el término a la definición (IPNUSAC, 2021).

La seguridad alimentaria se estudia a través de componentes, ejes o dimensiones. Sobre esto también existen diferencias operativas que en su momento pueden llevar a largas discusiones entre los especialistas. Existen tres componentes aceptados por todos: disponibilidad, acceso y aprovechamiento biológico.

Definición general de las dimensiones:

1. Disponibilidad (obtenida por medio de producción interna, reservas, importaciones comerciales y no comerciales -generalmente ayuda alimentaria- y apoyada por la capacidad de almacenamiento y movilización).

2. Acceso a los alimentos o capacidad para adquirirlos (en otros términos, los alimentos deben estar disponibles a toda la población, física y económicamente, en el momento oportuno: si no se pueden producir los alimentos, la población debe tener ingresos o medios de cambio para obtenerlos; el acceso a los alimentos no debe estar restringido por causas sociales).

3. Estabilidad de la oferta (mantenimiento de alimentos suficientes durante todo el año a pesar de variaciones climáticas y sin excesiva variación de los precios. Esto incluye, además del hecho de que se cuente con productos alternativos o sustitutos en función de las variaciones estacionales).

4. Adecuación (concepto relacionado con las condiciones sociales, económicas, culturales, climáticas, ecológicas y de otro tipo. Para darle seguimiento se consideran las necesidades alimentarias en cantidad y como combinación de nutrientes para el crecimiento físico y mental con consideraciones de edad, sexo y ocupación; la inexistencia de sustancias adversas para la salud -o inocuidad- y la aceptabilidad cultural o del consumidor).

5. Consumo (qué se come, su calidad y riesgos para la salud, cómo se prepara para consumo, cómo se distribuyen los alimentos dentro de la familia).

6. Aprovechamiento biológico (cómo el cuerpo aprovecha los alimentos consumidos, lo que está condicionado por aspectos de saneamiento del medio -como agua segura y condiciones que no contaminen los alimentos- así como el estado de salud de la persona, que determinará la conversión de alimentos en nutrientes).

Inseguridad social

Inseguridad social, es un tema demasiado amplio, crítico, algo que está a la orden del día, que no distingue clase social, edad o sexo. Desafortunadamente este acontecimiento ha ido creciendo día con día, debido a la crisis financiera o cultural en la que estamos pasando, esto ha originado que exista el desempleo, que los vicios estén al borde, o que la gente ocupe su tiempo en cosas vanas como la prostitución, el uso de drogas, el incremento del alcoholismo, etc. Ahora es más alarmante porque las mujeres unas debido, a la liberación femenina, otras a la depresión, abandono conyugal o por imitar, pierden sus valores y principios y credo, etc.; esta gente se vuelve violenta, pierde los valores morales o sociales incurriendo a los actos de vandalismo, secuestros, asesinatos, robos entre otros actos delictivos (Brun, 2015).

Algunas personas piensan que la inseguridad no debe existir porque todos deberíamos vivir tranquilos, que es una que hace la gente para molestar a otra gente y que ésta se olvide de la paz social que poco a poco se nos ha ido borrando. ¿Qué hay de la inseguridad? ¿Cómo evitarla?, bien existen leyes que tratan de impedir que siga habiendo este tipo de actos contra las personas, leyes que protegen los derechos de cada ser humano, pero aun así no se ha logrado erradicar al cien por ciento la delincuencia de cualquier tipo. Existen otras razones que influyen a que la inseguridad social se dé en la humanidad, éstas son las siguientes: el exceso de dinero, el narcotráfico, la desconfianza, la falta de prevención, falta de autoridad, etc.

La inseguridad social no solo mantiene viva la pobreza. Actúa como un proceso desmoralizador de disociación social disuelve los lazos sociales y socava las estructuras psíquicas de los individuos. Estar en la inseguridad es no poder dominar el presente ni anticipar positivamente el porvenir (Brun, 2015).

Inseguridad jurídica

La desobediencia civil, en tanto que viola leyes estatales, atenta en contra de la seguridad jurídica. Al mismo tiempo, la desobediencia civil es un acto dirigido a cambiar, revisar y criticar una decisión política que se considera ilegítima y en este sentido protege la legitimidad del sistema político. En consecuencia, obliga a la democracia a optar, aunque sólo sea momentáneamente, entre dos valores: seguridad jurídica o legitimidad (IPNUSAC, 2021).

La seguridad jurídica es uno de los bienes más preciados que el Estado garantiza.

Inseguridad jurídica en un país es sinónimo de corrupción judicial; corrupción judicial sinónimo de un país con leyes sin principio y sin sinceridad, exactitud, veracidad, confirmación, certeza, franqueza, afirmación, realidad y aseveración.

La corrupción, la inseguridad jurídica y el debilitamiento de las instituciones legales, se traducen en costos de transacción en casi todas las esferas de la vida social, y le cuestan a la sociedad en recursos económicos, en bienestar, en seguridad y en calidad de vida (Brun, 2015).

La inseguridad económica, una crisis mundial.

Sólo 8 por ciento de los trabajadores del mundo viven en países donde hay un buen nivel de seguridad económica, según un nuevo estudio de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) titulado, con datos de 90 naciones donde vive 85 por ciento de la población mundial. El estudio dice que la seguridad económica promueve la felicidad, y es beneficiosa para el crecimiento y la estabilidad social. Esta es una serie de preguntas y respuestas con Guy Standing, coautor del informe y director del Programa sobre seguridad socioeconómica de la OIT (Brun, 2015).

La idea de que una inseguridad económica generalizada amenaza el respaldo político a las reformas en curso orientadas al mercado ha pasado a ser una de las más escuchadas en los debates actuales sobre los asuntos latinoamericanos. Por lo tanto, ocuparse de tal inseguridad parece ser un componente clave de la agenda inconclusa de las reformas latinoamericanas.

La inseguridad económica viene también del interior: el bajo poder adquisitivo del dinero, la pobreza extrema de una buena parte de sus habitantes, la desigualdad en el ingreso medio de la gente y el desempleo creciente.

CONCLUSIÓN

Lo importante es concluir en el hallazgo fundamental del análisis heterodoxo de la salud: la pobreza es una enfermedad olvidada. Así también, la desigualdad, que es un factor de riesgo superior a la obesidad, el alcohol y la hipertensión.  La pobreza es un agente que afecta a la salud de forma tan sólida y consistente como el tabaco, el licor, el sedentarismo, la obesidad y la diabetes. En tal sentido, la aplicación práctica y política de tales proposiciones buscan que la OMS aborde soluciones estructurales como las de la pobreza. Con la pandemia esta afirmación se agiganta: la pobreza debe ser parte fundamental de las preocupaciones de la epidemiología. Y de la enfermedad a la desnutrición o viceversa no hay más que un paso.

 

BIBLIOGRAFÍA

Brun, M. (Noviembre de 2015). Inseguridad alimentaria y nutricional: un desafío importante para el mundo árabe. Obtenido de TENDENCIAS ECONOMICAS: https://www.iemed.org/wp-content/uploads/2021/07/Inseguridad-alimentaria-y-nutricional.pdf

IPNUSAC. (Marzo de 2021). Revista Análisis de la Realidad Nacional . Obtenido de Instituto de Problemas Nacionales Universidad de San Carlos de Guatemala.: http://ipn.usac.edu.gt/wp-content/uploads/2021/04/Revista-an%C3%A1lisis-de-la-realidad-nacional-No-34-HIGH.pdf 



martes, 12 de octubre de 2021

Efectos del cambio climático en la agricultura.

 

INTRODUCCIÓN

El cambio climático representa una seria amenaza para Guatemala por sus múltiples impactos previstos en la población y en los sectores productivos. En términos fiscales constituye un pasivo público contingente que afectará las finanzas públicas de los gobiernos por varias generaciones.

Según Las Naciones Unidas, (2010) Se estima que, para 2030 Centroamérica aún producirá menos de 0,5% de las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) del planeta, pero al mismo tiempo ya es una de las regiones más vulnerables ante los embates del cambio climático. El incremento de la temperatura atmosférica y del mar, la reducción y la inestabilidad del régimen de lluvias y el aumento del nivel del mar, aunado a la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos como las sequías y los huracanes impactarán en la producción, la infraestructura, los medios de vida, la salud y la seguridad de la población, además de que debilitarán la capacidad del ambiente para proveer recursos y servicios vitales.

Para cualquier ser humano es bien sabido que la energía que llega de manera natural del sol es indispensable para la sobrevivencia en nuestro planeta. Poco más de un cuarto de ella se dispersa en el espacio por la acción de la atmósfera exterior, pero el resto se mantiene en la superficie terrestre a través de los rayos infrarrojos o radiación térmica, la cual, a su vez, es diseminada por las corrientes de aire y su liberación final en el espacio depende de los gases de efecto invernadero (GEI, en adelante), como el vapor de agua, el ozono (O3) y el metano (CH4).

Dichos gases permiten retener el calor y mantienen el planeta en una temperatura de alrededor de los 30 °C más caliente que si no existieran. Los niveles naturales de estos gases se ven complementados por las emisiones del dióxido de carbono (CO2) resultante de la combustión del carbón, el petróleo y el gas natural, así como por el metano y el óxido nitroso producidos por las actividades agrícolas y los cambios en el uso de la tierra, además de otros gases industriales de larga vida que no se producen de forma natural UNFCCC, (2009).

 El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático IPCC, (2015), por sus siglas en inglés, señala que la variación de estos gases en la atmósfera ha estado ocurriendo a una velocidad sin precedentes y, de continuar emitiéndose al ritmo actual, es casi seguro que para el año 2100 los niveles de dióxido de carbono atmosférico serán casi el doble de los registrados en la era preindustrial y, consecuentemente, la temperatura media mundial aumentará entre 1,4 °C y 5,8 °C. Reconocen también que en cierto grado el cambio climático es inevitable, debido a que el clima no responde de inmediato a los cambios externos y continuará repercutiendo en los sistemas naturales de la Tierra durante centenares de años, aun cuando se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y deje de aumentar su concentración en la atmósfera.

Entre los efectos pronosticados por el IPCC están los ciclones y huracanes, más frecuentes y poderosos, e inundaciones y sequías más numerosas e intensas. Es previsible advertir que tales eventos, derivados del cambio climático, afectarán de forma inequitativa a las regiones del mundo y de forma más severa a los países más pobres; ya que poseen menos recursos tecnológicos, humanos y económicos para hacer frente a las tormentas, las inundaciones, las sequías, los brotes de enfermedades y la perturbación del suministro de alimentos y de agua.

Asimismo, un cambio en las condiciones climáticas podría tener efectos importantes sobre las actividades económicas y los recursos naturales, tales como la actividad forestal, la biodiversidad, el agua, la agricultura, la salud humana y los ecosistemas costeros y marinos. En el caso de Guatemala gran parte de la población depende de las actividades agropecuarias y, particularmente, del sector agrícola; el cual representa alrededor de una décima parte del PIB, dos quintas partes de las exportaciones y la mitad de la fuerza laboral.

De esta manera, la FAO señala que muchas poblaciones rurales guatemaltecas son muy pobres y tienen pocos recursos para adaptar sus prácticas agrícolas o soportar malas temporadas y, en general, para hacer frente al cambio climático. Por otra parte, también se debe a la existencia de un sector agrícola tradicional, con bajo nivel de tecnología y trabajo intensivo, orientado al autoconsumo, mismo que comprende un gran segmento de la población.

Bajo este contexto, en el presente post examinan diferentes escenarios sobre cambio climático, que buscan derivar probables efectos en el agro guatemalteco. 


MARCO TEORICO

El enfoque espacial estima los efectos del cambio climático en la agricultura mediante las diferencias observadas en las variables de la tierra, la producción agrícola y las variables regionales que reflejen algún costo climático sobre el sector agropecuario. El punto clave es analizar los diferentes patrones espaciales de la producción bajo alguna técnica estadística que permita inferir los posibles cambios existentes.

No obstante, los modelos espaciales asumen que los ajustes biológicos, físicos y económicos impuestos por el cambio climático a plantas, cultivos y agricultores se realizan de manera automática. Si nos situamos en el contexto de incrementos esperados en la temperatura del planeta, entonces el enfoque espacial busca identificar de qué manera las regiones con climas más fríos podrían adaptarse a las prácticas seguidas en regiones más cálidas y sus implicaciones. Naturalmente, este procedimiento busca separar aquellos factores que explican las diferencias de producción entre regiones. Más aún, supone que los individuos tienen la disposición y la capacidad de adoptar las prácticas y los cultivos prevalecientes en las regiones más cálidas.

Este enfoque depende sustancialmente de que los datos disponibles sean representativos de las unidades geográficas, y de la capacidad de las técnicas estadísticas para aislar los distintos efectos que desean medirse. En ese sentido, el enfoque espacial permitiría estimar el impacto directo del cambio climático en unidades con un elevado grado de desagregación (a nivel de granja, por ejemplo), sin descuidar variables relevantes como la calidad de la tierra.

Existen una gran cantidad de trabajos que estudian la influencia del clima en el sector agropecuario. Por ejemplo, Mendelsohn y otros (1994) analizan el efecto del clima en la renta neta (o valor) de la tierra agrícola utilizando información transversal a nivel de condado para Estados Unidos. Los autores encuentran que mayores temperaturas en todas las estaciones del año, excepto el otoño, reducen los valores promedio de las tierras. A este respecto, Schlenker y otros (2006) estiman el impacto del calentamiento global en la agricultura empleando información de los diferentes condados de Estados Unidos. Ellos utilizan como variables independientes indicadores climáticos, características del suelo y condiciones socioeconómicas. Los resultados van de ganancias moderadas a grandes pérdidas para los diferentes condados estadounidenses.

En un estudio para Sri Lanka (Seo y otros, 2005) se encuentra que los incrementos en el nivel de temperatura están asociados con disminuciones en los niveles de ingreso neto de los productores agrícolas, en tanto que una mayor precipitación tiene efectos positivos. Al aplicar los resultados obtenidos a diferentes escenarios de cambio climático se obtiene un rango de efectos, que van de una pérdida del 20% a una ganancia del 72% del valor actual de la tierra, para el año 2100. Las pérdidas se obtienen con escenarios bajo los cuales el incremento de la temperatura es sustancial y los efectos positivos de incrementos en la precipitación no alcanzan a compensar tales pérdidas.

Además de su aplicación en el análisis de los efectos directos del cambio climático en la productividad agrícola, los principios del análisis Ricardiano han sido aplicados en el estudio de las decisiones adaptativas de los productores ante nuevos escenarios climáticos, como los cultivos agrícolas que se adoptarán (Seo y Mendelsohn 2008), las especies ganaderas, o bien el probable efecto en las decisiones de emigración de los hogares rurales.

Rosenzweig y Parry (1994) realizaron un estudio de índole CGE, y examinaron los efectos del cambio climático en la producción mundial de cereales y la distribución de dichos impactos entre los países desarrollados y en desarrollo para el año 2060. Estos autores reportaron una disminución en la producción mundial de cereales que oscila entre 1% y 8%, y los precios se elevaron entre 24% y 145%. El incluir las adaptaciones de los agricultores a nivel de granja contribuyó a mitigar los impactos anteriores; así, los cambios en la producción mundial de cereal oscilaron entre -2,5% al 1%, mientras que los cambios en el precio mundial se ubicaron en -5% a 3,5%.

Ahora bien, en los años noventa se comenzó a analizar los impactos potenciales del cambio climático en el ganado. Entre los estudios que se inscriben en esta nueva línea, el cambio climático global podría reducir la ganancia de peso en los animales y la producción de productos lácteos durante el verano en zonas relativamente cálidas, como el sur de Estados Unidos. En áreas relativamente frías, el ganado que pasta generalmente tiene un mejor desempeño (debido al mayor forrajeo), pero aquellas operaciones más intensivas en capital, como la ordeña, podrían verse afectadas de manera negativa (Klinedinst y otros, 1993; Baker y otros, 1993).

En este mismo sentido, Seo y Mendelsohn (2008) desarrollaron un modelo Ricardiano estructural que toma en cuenta las decisiones de adaptación de los productores. En este análisis se muestra que para el año 2100 el ingreso neto obtenido de ganado bovino para carne disminuirá entre 10% y 50%, dependiendo del escenario climático. En contraste, el ingreso neto proveniente de ganado bovino para leche se incrementará de 30% a 50%. Los ingresos netos de ganado ovino, caprino y aviar aumentan en la mayoría de los escenarios. A nivel agregado, el ingreso neto ganadero presenta pérdidas a mediados de siglo XXI, pero conforme los productores se adaptan hacia especies más tolerantes, hacia finales de siglo el ingreso neto ganadero presenta crecimientos significativos.

Cada uno de los autores anteriores se inscribe dentro del enfoque espacial, el cual se complementa con el enfoque estructural. Recordemos que este último, utiliza modelos interdisciplinarios para simular cambios en cultivos específicos.

El enfoque estructural supone que agricultores y consumidores minimizan costos o maximizan su bienestar sujeto a las restricciones climáticas impuestas en el modelo. Este enfoque tiene la ventaja de que permite obtener información detallada de las respuestas físicas, biológicas y económicas, así como los posibles ajustes. Sin embargo, podemos pensar que su desventaja radica en que se requieren múltiples inferencias para grandes áreas y sistemas diversos de producción mediante pocos lugares y cultivos.

Los primeros análisis del impacto del cambio climático en la agricultura, realizados con el enfoque estructural, se concentraron en estudiar los efectos en las condiciones agroclimáticas en el crecimiento de las plantas; los efectos en la producción regional de alimentos y los rendimientos económicos de dicha actividad para selección de cultivos, comercio internacional y políticas públicas.

En general, muchos de los estudios representativos del enfoque estructural se basan en una función de producción empírica para predecir los efectos del clima sobre los cultivos. Básicamente, el enfoque estructural calcula la respuesta de los cultivos ante escenarios climáticos en los cuales se especifican promedios anuales por décadas o datos con una frecuencia diaria para un cierto conjunto de atributos climáticos, comúnmente, la temperatura y la precipitación son candidatos ideales.

Estudios sobre los impactos del cambio climático en Centroamérica

La región centroamericana ha sido testigo de la manifestación de los efectos del cambio climático a través de importantes desastres naturales, los cuales han implicado pérdidas significativas en el sector agrícola. A este respecto Harmeling (2007) señala que los países centroamericanos se encuentran entre las principales naciones con alto riesgo climático. Por ejemplo, Honduras y Nicaragua se ubican en las primeras dos posiciones dentro del Índice Global de Riesgo Climático construido para el período 1997-2006, el cual involucra tanto los impactos económicos como poblacionales. La creciente preocupación sobre los posibles efectos de este fenómeno ha creado la necesidad de conocer las posibles implicaciones futuras del cambio climático sobre la agricultura en la región centroamericana.

Estudios sobre los impactos del cambio climático en el agro guatemalteco

Por su ubicación geográfica y condiciones climatológicas, durante los últimos años Guatemala ha sufrido múltiples eventos naturales. La literatura existente a la fecha sobre cambio climático muestra que a pesar de haberse realizado algunos trabajos para Centroamérica (y con ello se han logrado generar diferentes escenarios sobre cambio climático en la región) aún no son abundantes las investigaciones que presenten resultados detallados por país.

EL SECTOR AGROPECUARIO Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

La economía guatemalteca continúa siendo altamente dependiente de su sector agropecuario, con la sensibilidad que este sector tiene ante cambios en el clima. Esta importante relación entre el agro y el clima de Guatemala crea la necesidad de presentar un panorama de la evolución de este sector y la manera de cómo el cambio climático podría generar situaciones adversas para su desarrollo.

La agricultura es trascendental para el desarrollo del país, no sólo porque permite servir de suministro de alimentos básicos, sino también porque de ella dependen los ingresos de muchos hogares guatemaltecos, ya que emplea al 50% de la población económicamente activa (PEA). Por una parte, los rendimientos y productividad de las actividades productivas del agro se ven fuertemente influenciadas por fenómenos climáticos, pero también estas actividades productivas afectan al clima y al ambiente mediante la emisión de metano, la contaminación de acuíferos, la erosión, la salinización de los suelos y la deforestación para el uso de suelo agropecuario, creando mediante este proceso un grado de codependencia digno de ser considerado en la toma de decisiones de política económica que afecten al sector agropecuario.

Servicios ambientales de la agricultura y del medio rural

El sector agropecuario guatemalteco ofrece importantes bienes y servicios ambientales entre los que destacan los siguientes: fijación de carbono, biodiversidad, paisaje y regulación del ciclo hídrico. El territorio guatemalteco cuenta con gran biodiversidad, lo que genera la posibilidad de un aprovechamiento sostenible y con ello contribuir a lograr el desarrollo socioeconómico y así mejorar los niveles y la calidad de vida de sus habitantes. El ingreso recibido por bienes y servicios ambientales además de utilizarse para fomentar el desarrollo, también puede destinarse a la conservación de la biodiversidad. Las características de los principales servicios ambientales que ofrece Guatemala se describen a continuación:

a)      Protección de los bosques, puesto que de ellos se obtienen diferentes y muy importantes servicios ambientales: regulación del ciclo hídrico, fijación de carbono y hábitat para la población indígena.

b)      La conservación de la extensa biodiversidad existente en el país posibilita la prestación de bienes y servicios ambientales, entre los que destacan: regulación del clima, materias primas, retención de sedimentos, control de erosión, calidad del agua, regulación de disturbios atmosféricos y conservación de especies.

c)      Fomentar el ecoturismo es una alternativa de preservación del paisaje y también una manera de incentivar a los dueños de grandes extensiones de tierras con gran valor ambiental.

        En su compromiso de fomentar los mecanismos de desarrollo limpio, Guatemala ha desarrollo proyectos como la dendroenergía e impulsado la energía eólica, con ello pretende mitigar los efectos del cambio climático, siempre y cuando se utilice como una fuente alternativa de energía respetuosa del ambiente.

 Guatemala ante el cambio climático

Los efectos del cambio climático en la agricultura, en los últimos años

    Los fenómenos naturales se han intensificado durante las últimas décadas en la región Centroamericana, tanto en intensidad como en frecuencia. En lo que se refiere a Guatemala, entre los que se han documentado están los impactos del huracán Mitch que causó afectaciones en 1998; las sequías que se produjeron en 2001 y que ocasionaron una hambruna en el oriente de Guatemala y, la pérdida de vidas humanas y daños a la producción agrícola y a la infraestructura ocasionados por la Tormenta Tropical Stan en el 2005.

    En el caso particular de la agricultura, la tormenta tropical Stan provocó daños y pérdidas en zonas agrícolas de 15 Departamentos, entre los que destacan; Retalhuleu, Escuintla, Chimaltenango, Quetzaltenango y Jutiapa. Afectó un área aproximada de 61.000 hectáreas de cultivos, los más seriamente afectados fueron los productos básicos cómo el maíz blanco y el frijol, cuyas pérdidas representaron el 6% y el 3% de la producción, respectivamente. En los productos de exportación, como la caña de azúcar, plátano y arveja china, las pérdidas representaron en promedio el 2,7%. En tanto que en el caso de los cultivos no tradicionales, el más seriamente afectado fue el ajonjolí, cuya merma representó más de un cuarto de la producción total.

Aumentos en la temperatura pueden tener efectos positivos o negativos sobre el rendimiento de los cultivos. La diferencia depende de la ubicación y magnitud de dichos cambios. Por ejemplo, algunos rubros pueden resultar beneficiados al existir menores heladas. Sin embargo, las altas temperaturas facilitan la existencia de insectos y enfermedades en las plantas, agravando el riesgo de la pérdida de las plantaciones. Los cambios en la precipitación afectan directamente la humedad del suelo y por lo tanto, la producción de alimentos.


CONCLUSIONES

El clima es un determinante básico de la productividad agrícola, por lo que resulta fundamental entender y estimar los efectos del cambio climático en el sector agrícola, ya que puede afectar los tipos de cultivos, su producción, así como la frecuencia e intensidad de las cosechas. Sin embargo, realizar este ejercicio es complejo si se toma en cuenta que son diversas las variables que pueden interferir, y además que el ser humano tiende a adaptar su comportamiento ante los cambios.

El cambio climático produce fenómenos climáticos extremos. Asimismo, genera cambios importantes en la temperatura y en la precipitación. Durante el crecimiento de los cultivos la temperatura y la humedad del suelo tienen un papel determinante. Cuando los suelos están húmedos, la temperatura es usualmente el factor ambiental determinante en la velocidad de germinación. Por otro lado, la temperatura afecta muchos aspectos del crecimiento, incluyendo el desarrollo de los sistemas reticulares, la velocidad a la que absorben agua y nutrientes, la expansión de las hojas, la floración y el rendimiento.


BIBLIOGRAFÍA

IPCC. (23 de Marzo de 2015). Intergovernmental Panel On Climate Change. Obtenido de https://archive.ipcc.ch/home_languages_main_spanish.shtml

M., H. (14 de Febrero de 2007). Los países centroamericanos y sus realidades. Obtenido de Guatemala: https://acceso.ku.edu/unidad5/almanaque/paises.shtml

UNFCCC. (12 de Diciembre de 2009). CONFERENCIA DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO. Obtenido de United Nations Climate Change: https://unfccc.int/process-and-meetings/conferences/past-conferences/copenhagen-climate-change-conference-december-2009/copenhagen-climate-change-conference-december-2009

Unidas, N. (14 de Agosto de 2010). Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Obtenido de CEPAL: https://www.cepal.org/es/publicaciones/25926-panama-efectos-cambio-climatico-la-agricultura

 


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