martes, 12 de octubre de 2021

Efectos del cambio climático en la agricultura.

 

INTRODUCCIÓN

El cambio climático representa una seria amenaza para Guatemala por sus múltiples impactos previstos en la población y en los sectores productivos. En términos fiscales constituye un pasivo público contingente que afectará las finanzas públicas de los gobiernos por varias generaciones.

Según Las Naciones Unidas, (2010) Se estima que, para 2030 Centroamérica aún producirá menos de 0,5% de las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) del planeta, pero al mismo tiempo ya es una de las regiones más vulnerables ante los embates del cambio climático. El incremento de la temperatura atmosférica y del mar, la reducción y la inestabilidad del régimen de lluvias y el aumento del nivel del mar, aunado a la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos como las sequías y los huracanes impactarán en la producción, la infraestructura, los medios de vida, la salud y la seguridad de la población, además de que debilitarán la capacidad del ambiente para proveer recursos y servicios vitales.

Para cualquier ser humano es bien sabido que la energía que llega de manera natural del sol es indispensable para la sobrevivencia en nuestro planeta. Poco más de un cuarto de ella se dispersa en el espacio por la acción de la atmósfera exterior, pero el resto se mantiene en la superficie terrestre a través de los rayos infrarrojos o radiación térmica, la cual, a su vez, es diseminada por las corrientes de aire y su liberación final en el espacio depende de los gases de efecto invernadero (GEI, en adelante), como el vapor de agua, el ozono (O3) y el metano (CH4).

Dichos gases permiten retener el calor y mantienen el planeta en una temperatura de alrededor de los 30 °C más caliente que si no existieran. Los niveles naturales de estos gases se ven complementados por las emisiones del dióxido de carbono (CO2) resultante de la combustión del carbón, el petróleo y el gas natural, así como por el metano y el óxido nitroso producidos por las actividades agrícolas y los cambios en el uso de la tierra, además de otros gases industriales de larga vida que no se producen de forma natural UNFCCC, (2009).

 El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático IPCC, (2015), por sus siglas en inglés, señala que la variación de estos gases en la atmósfera ha estado ocurriendo a una velocidad sin precedentes y, de continuar emitiéndose al ritmo actual, es casi seguro que para el año 2100 los niveles de dióxido de carbono atmosférico serán casi el doble de los registrados en la era preindustrial y, consecuentemente, la temperatura media mundial aumentará entre 1,4 °C y 5,8 °C. Reconocen también que en cierto grado el cambio climático es inevitable, debido a que el clima no responde de inmediato a los cambios externos y continuará repercutiendo en los sistemas naturales de la Tierra durante centenares de años, aun cuando se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y deje de aumentar su concentración en la atmósfera.

Entre los efectos pronosticados por el IPCC están los ciclones y huracanes, más frecuentes y poderosos, e inundaciones y sequías más numerosas e intensas. Es previsible advertir que tales eventos, derivados del cambio climático, afectarán de forma inequitativa a las regiones del mundo y de forma más severa a los países más pobres; ya que poseen menos recursos tecnológicos, humanos y económicos para hacer frente a las tormentas, las inundaciones, las sequías, los brotes de enfermedades y la perturbación del suministro de alimentos y de agua.

Asimismo, un cambio en las condiciones climáticas podría tener efectos importantes sobre las actividades económicas y los recursos naturales, tales como la actividad forestal, la biodiversidad, el agua, la agricultura, la salud humana y los ecosistemas costeros y marinos. En el caso de Guatemala gran parte de la población depende de las actividades agropecuarias y, particularmente, del sector agrícola; el cual representa alrededor de una décima parte del PIB, dos quintas partes de las exportaciones y la mitad de la fuerza laboral.

De esta manera, la FAO señala que muchas poblaciones rurales guatemaltecas son muy pobres y tienen pocos recursos para adaptar sus prácticas agrícolas o soportar malas temporadas y, en general, para hacer frente al cambio climático. Por otra parte, también se debe a la existencia de un sector agrícola tradicional, con bajo nivel de tecnología y trabajo intensivo, orientado al autoconsumo, mismo que comprende un gran segmento de la población.

Bajo este contexto, en el presente post examinan diferentes escenarios sobre cambio climático, que buscan derivar probables efectos en el agro guatemalteco. 


MARCO TEORICO

El enfoque espacial estima los efectos del cambio climático en la agricultura mediante las diferencias observadas en las variables de la tierra, la producción agrícola y las variables regionales que reflejen algún costo climático sobre el sector agropecuario. El punto clave es analizar los diferentes patrones espaciales de la producción bajo alguna técnica estadística que permita inferir los posibles cambios existentes.

No obstante, los modelos espaciales asumen que los ajustes biológicos, físicos y económicos impuestos por el cambio climático a plantas, cultivos y agricultores se realizan de manera automática. Si nos situamos en el contexto de incrementos esperados en la temperatura del planeta, entonces el enfoque espacial busca identificar de qué manera las regiones con climas más fríos podrían adaptarse a las prácticas seguidas en regiones más cálidas y sus implicaciones. Naturalmente, este procedimiento busca separar aquellos factores que explican las diferencias de producción entre regiones. Más aún, supone que los individuos tienen la disposición y la capacidad de adoptar las prácticas y los cultivos prevalecientes en las regiones más cálidas.

Este enfoque depende sustancialmente de que los datos disponibles sean representativos de las unidades geográficas, y de la capacidad de las técnicas estadísticas para aislar los distintos efectos que desean medirse. En ese sentido, el enfoque espacial permitiría estimar el impacto directo del cambio climático en unidades con un elevado grado de desagregación (a nivel de granja, por ejemplo), sin descuidar variables relevantes como la calidad de la tierra.

Existen una gran cantidad de trabajos que estudian la influencia del clima en el sector agropecuario. Por ejemplo, Mendelsohn y otros (1994) analizan el efecto del clima en la renta neta (o valor) de la tierra agrícola utilizando información transversal a nivel de condado para Estados Unidos. Los autores encuentran que mayores temperaturas en todas las estaciones del año, excepto el otoño, reducen los valores promedio de las tierras. A este respecto, Schlenker y otros (2006) estiman el impacto del calentamiento global en la agricultura empleando información de los diferentes condados de Estados Unidos. Ellos utilizan como variables independientes indicadores climáticos, características del suelo y condiciones socioeconómicas. Los resultados van de ganancias moderadas a grandes pérdidas para los diferentes condados estadounidenses.

En un estudio para Sri Lanka (Seo y otros, 2005) se encuentra que los incrementos en el nivel de temperatura están asociados con disminuciones en los niveles de ingreso neto de los productores agrícolas, en tanto que una mayor precipitación tiene efectos positivos. Al aplicar los resultados obtenidos a diferentes escenarios de cambio climático se obtiene un rango de efectos, que van de una pérdida del 20% a una ganancia del 72% del valor actual de la tierra, para el año 2100. Las pérdidas se obtienen con escenarios bajo los cuales el incremento de la temperatura es sustancial y los efectos positivos de incrementos en la precipitación no alcanzan a compensar tales pérdidas.

Además de su aplicación en el análisis de los efectos directos del cambio climático en la productividad agrícola, los principios del análisis Ricardiano han sido aplicados en el estudio de las decisiones adaptativas de los productores ante nuevos escenarios climáticos, como los cultivos agrícolas que se adoptarán (Seo y Mendelsohn 2008), las especies ganaderas, o bien el probable efecto en las decisiones de emigración de los hogares rurales.

Rosenzweig y Parry (1994) realizaron un estudio de índole CGE, y examinaron los efectos del cambio climático en la producción mundial de cereales y la distribución de dichos impactos entre los países desarrollados y en desarrollo para el año 2060. Estos autores reportaron una disminución en la producción mundial de cereales que oscila entre 1% y 8%, y los precios se elevaron entre 24% y 145%. El incluir las adaptaciones de los agricultores a nivel de granja contribuyó a mitigar los impactos anteriores; así, los cambios en la producción mundial de cereal oscilaron entre -2,5% al 1%, mientras que los cambios en el precio mundial se ubicaron en -5% a 3,5%.

Ahora bien, en los años noventa se comenzó a analizar los impactos potenciales del cambio climático en el ganado. Entre los estudios que se inscriben en esta nueva línea, el cambio climático global podría reducir la ganancia de peso en los animales y la producción de productos lácteos durante el verano en zonas relativamente cálidas, como el sur de Estados Unidos. En áreas relativamente frías, el ganado que pasta generalmente tiene un mejor desempeño (debido al mayor forrajeo), pero aquellas operaciones más intensivas en capital, como la ordeña, podrían verse afectadas de manera negativa (Klinedinst y otros, 1993; Baker y otros, 1993).

En este mismo sentido, Seo y Mendelsohn (2008) desarrollaron un modelo Ricardiano estructural que toma en cuenta las decisiones de adaptación de los productores. En este análisis se muestra que para el año 2100 el ingreso neto obtenido de ganado bovino para carne disminuirá entre 10% y 50%, dependiendo del escenario climático. En contraste, el ingreso neto proveniente de ganado bovino para leche se incrementará de 30% a 50%. Los ingresos netos de ganado ovino, caprino y aviar aumentan en la mayoría de los escenarios. A nivel agregado, el ingreso neto ganadero presenta pérdidas a mediados de siglo XXI, pero conforme los productores se adaptan hacia especies más tolerantes, hacia finales de siglo el ingreso neto ganadero presenta crecimientos significativos.

Cada uno de los autores anteriores se inscribe dentro del enfoque espacial, el cual se complementa con el enfoque estructural. Recordemos que este último, utiliza modelos interdisciplinarios para simular cambios en cultivos específicos.

El enfoque estructural supone que agricultores y consumidores minimizan costos o maximizan su bienestar sujeto a las restricciones climáticas impuestas en el modelo. Este enfoque tiene la ventaja de que permite obtener información detallada de las respuestas físicas, biológicas y económicas, así como los posibles ajustes. Sin embargo, podemos pensar que su desventaja radica en que se requieren múltiples inferencias para grandes áreas y sistemas diversos de producción mediante pocos lugares y cultivos.

Los primeros análisis del impacto del cambio climático en la agricultura, realizados con el enfoque estructural, se concentraron en estudiar los efectos en las condiciones agroclimáticas en el crecimiento de las plantas; los efectos en la producción regional de alimentos y los rendimientos económicos de dicha actividad para selección de cultivos, comercio internacional y políticas públicas.

En general, muchos de los estudios representativos del enfoque estructural se basan en una función de producción empírica para predecir los efectos del clima sobre los cultivos. Básicamente, el enfoque estructural calcula la respuesta de los cultivos ante escenarios climáticos en los cuales se especifican promedios anuales por décadas o datos con una frecuencia diaria para un cierto conjunto de atributos climáticos, comúnmente, la temperatura y la precipitación son candidatos ideales.

Estudios sobre los impactos del cambio climático en Centroamérica

La región centroamericana ha sido testigo de la manifestación de los efectos del cambio climático a través de importantes desastres naturales, los cuales han implicado pérdidas significativas en el sector agrícola. A este respecto Harmeling (2007) señala que los países centroamericanos se encuentran entre las principales naciones con alto riesgo climático. Por ejemplo, Honduras y Nicaragua se ubican en las primeras dos posiciones dentro del Índice Global de Riesgo Climático construido para el período 1997-2006, el cual involucra tanto los impactos económicos como poblacionales. La creciente preocupación sobre los posibles efectos de este fenómeno ha creado la necesidad de conocer las posibles implicaciones futuras del cambio climático sobre la agricultura en la región centroamericana.

Estudios sobre los impactos del cambio climático en el agro guatemalteco

Por su ubicación geográfica y condiciones climatológicas, durante los últimos años Guatemala ha sufrido múltiples eventos naturales. La literatura existente a la fecha sobre cambio climático muestra que a pesar de haberse realizado algunos trabajos para Centroamérica (y con ello se han logrado generar diferentes escenarios sobre cambio climático en la región) aún no son abundantes las investigaciones que presenten resultados detallados por país.

EL SECTOR AGROPECUARIO Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

La economía guatemalteca continúa siendo altamente dependiente de su sector agropecuario, con la sensibilidad que este sector tiene ante cambios en el clima. Esta importante relación entre el agro y el clima de Guatemala crea la necesidad de presentar un panorama de la evolución de este sector y la manera de cómo el cambio climático podría generar situaciones adversas para su desarrollo.

La agricultura es trascendental para el desarrollo del país, no sólo porque permite servir de suministro de alimentos básicos, sino también porque de ella dependen los ingresos de muchos hogares guatemaltecos, ya que emplea al 50% de la población económicamente activa (PEA). Por una parte, los rendimientos y productividad de las actividades productivas del agro se ven fuertemente influenciadas por fenómenos climáticos, pero también estas actividades productivas afectan al clima y al ambiente mediante la emisión de metano, la contaminación de acuíferos, la erosión, la salinización de los suelos y la deforestación para el uso de suelo agropecuario, creando mediante este proceso un grado de codependencia digno de ser considerado en la toma de decisiones de política económica que afecten al sector agropecuario.

Servicios ambientales de la agricultura y del medio rural

El sector agropecuario guatemalteco ofrece importantes bienes y servicios ambientales entre los que destacan los siguientes: fijación de carbono, biodiversidad, paisaje y regulación del ciclo hídrico. El territorio guatemalteco cuenta con gran biodiversidad, lo que genera la posibilidad de un aprovechamiento sostenible y con ello contribuir a lograr el desarrollo socioeconómico y así mejorar los niveles y la calidad de vida de sus habitantes. El ingreso recibido por bienes y servicios ambientales además de utilizarse para fomentar el desarrollo, también puede destinarse a la conservación de la biodiversidad. Las características de los principales servicios ambientales que ofrece Guatemala se describen a continuación:

a)      Protección de los bosques, puesto que de ellos se obtienen diferentes y muy importantes servicios ambientales: regulación del ciclo hídrico, fijación de carbono y hábitat para la población indígena.

b)      La conservación de la extensa biodiversidad existente en el país posibilita la prestación de bienes y servicios ambientales, entre los que destacan: regulación del clima, materias primas, retención de sedimentos, control de erosión, calidad del agua, regulación de disturbios atmosféricos y conservación de especies.

c)      Fomentar el ecoturismo es una alternativa de preservación del paisaje y también una manera de incentivar a los dueños de grandes extensiones de tierras con gran valor ambiental.

        En su compromiso de fomentar los mecanismos de desarrollo limpio, Guatemala ha desarrollo proyectos como la dendroenergía e impulsado la energía eólica, con ello pretende mitigar los efectos del cambio climático, siempre y cuando se utilice como una fuente alternativa de energía respetuosa del ambiente.

 Guatemala ante el cambio climático

Los efectos del cambio climático en la agricultura, en los últimos años

    Los fenómenos naturales se han intensificado durante las últimas décadas en la región Centroamericana, tanto en intensidad como en frecuencia. En lo que se refiere a Guatemala, entre los que se han documentado están los impactos del huracán Mitch que causó afectaciones en 1998; las sequías que se produjeron en 2001 y que ocasionaron una hambruna en el oriente de Guatemala y, la pérdida de vidas humanas y daños a la producción agrícola y a la infraestructura ocasionados por la Tormenta Tropical Stan en el 2005.

    En el caso particular de la agricultura, la tormenta tropical Stan provocó daños y pérdidas en zonas agrícolas de 15 Departamentos, entre los que destacan; Retalhuleu, Escuintla, Chimaltenango, Quetzaltenango y Jutiapa. Afectó un área aproximada de 61.000 hectáreas de cultivos, los más seriamente afectados fueron los productos básicos cómo el maíz blanco y el frijol, cuyas pérdidas representaron el 6% y el 3% de la producción, respectivamente. En los productos de exportación, como la caña de azúcar, plátano y arveja china, las pérdidas representaron en promedio el 2,7%. En tanto que en el caso de los cultivos no tradicionales, el más seriamente afectado fue el ajonjolí, cuya merma representó más de un cuarto de la producción total.

Aumentos en la temperatura pueden tener efectos positivos o negativos sobre el rendimiento de los cultivos. La diferencia depende de la ubicación y magnitud de dichos cambios. Por ejemplo, algunos rubros pueden resultar beneficiados al existir menores heladas. Sin embargo, las altas temperaturas facilitan la existencia de insectos y enfermedades en las plantas, agravando el riesgo de la pérdida de las plantaciones. Los cambios en la precipitación afectan directamente la humedad del suelo y por lo tanto, la producción de alimentos.


CONCLUSIONES

El clima es un determinante básico de la productividad agrícola, por lo que resulta fundamental entender y estimar los efectos del cambio climático en el sector agrícola, ya que puede afectar los tipos de cultivos, su producción, así como la frecuencia e intensidad de las cosechas. Sin embargo, realizar este ejercicio es complejo si se toma en cuenta que son diversas las variables que pueden interferir, y además que el ser humano tiende a adaptar su comportamiento ante los cambios.

El cambio climático produce fenómenos climáticos extremos. Asimismo, genera cambios importantes en la temperatura y en la precipitación. Durante el crecimiento de los cultivos la temperatura y la humedad del suelo tienen un papel determinante. Cuando los suelos están húmedos, la temperatura es usualmente el factor ambiental determinante en la velocidad de germinación. Por otro lado, la temperatura afecta muchos aspectos del crecimiento, incluyendo el desarrollo de los sistemas reticulares, la velocidad a la que absorben agua y nutrientes, la expansión de las hojas, la floración y el rendimiento.


BIBLIOGRAFÍA

IPCC. (23 de Marzo de 2015). Intergovernmental Panel On Climate Change. Obtenido de https://archive.ipcc.ch/home_languages_main_spanish.shtml

M., H. (14 de Febrero de 2007). Los países centroamericanos y sus realidades. Obtenido de Guatemala: https://acceso.ku.edu/unidad5/almanaque/paises.shtml

UNFCCC. (12 de Diciembre de 2009). CONFERENCIA DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO. Obtenido de United Nations Climate Change: https://unfccc.int/process-and-meetings/conferences/past-conferences/copenhagen-climate-change-conference-december-2009/copenhagen-climate-change-conference-december-2009

Unidas, N. (14 de Agosto de 2010). Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Obtenido de CEPAL: https://www.cepal.org/es/publicaciones/25926-panama-efectos-cambio-climatico-la-agricultura

 


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